• Una tonta pregunta, en realidad…

    Me preguntas
    “¿Por qué no podemos volver?”
    ¡Qué terquedad!

    Porque nadie cruza el mismo río dos veces…

    Aunque un hombre vuelva al mismo punto,
    ése, ya es otro río,
    ya otras aguas lo recorren;
    ya jamás será lo mismo.

    La botella de vino
    que tú y yo éramos,
    la tiraste al piso
    y ahí se rompió…

    Ya no podemos volver al suelo
    a intentar beberlo.

    Lo dejaste pasar…
    apostaste en mi contra
    y yo seguí adelante.

    No se puede apostar por ningún caballo
    cuando ya la carrera ha terminado.

  • Caminaré…

    Caminaré de nuevo
    entre la fría niebla
    del amanecer de las montañas del sur
    para encontrarte otra vez
    en tu casita, amor.

    Estarás en la cocina,
    preparando, como antes,
    ese cafecito de olla
    y ese amarillo
    que tanto te gustaba
    y que tan bien te quedaba.

    Nos sentaremos a la mesa
    y comeremos de nuevo
    con las manos y con tortillas
    todo lo que nos preparaste.

    Te pondrás de pie
    para calentarme otra tortilla.

    Bailaras, sonriendome, junto al fuego
    y yo me perderé otra vez,
    mirando tus caderas.

    Me levantaré
    para bailar contigo
    como lo hacíamos
    hace tantas vidas.

    Te quejarás, sonriendo,
    de que se te queman las tortillas
    y yo te diré que siempre
    puedes hacer más,
    mientras mis manos,
    abajo de tu espalda,
    van subiendo lentamente tu falda,
    y tú me golpeas la mano,
    diciéndome que pare,
    sin querer en realidad que lo haga…

    Y terminaremos otra vez,
    sin lograr llegar a la cama
    en esa mesa grande de madera
    donde te gustaba
    sentarte por las tardes a dibujar.

    Arrojando los lápices y papeles al piso
    mientras tú te quejas de mis maneras,
    entre carcajadas y gemidos.

    Y yo me perderé otra vez,
    besándote entre las piernas
    mientras tú dejas de preocuparte por las tortillas
    y me haces el favor de llegar al cielo,
    poniendo los ojos en blanco.

    Volveremos a estar, mi amor,
    otra vez,
    amándonos en tu casita de Oaxaca.

  • Todo lo que te escribí

    Podrás leer todo lo que te escribí,
    (Dios sabe que te escribí más a ti que a nadie)
    pero mis letras no traerán de regreso
    mis besos, ni mi sonrisa.

    Las letras que te regalé,
    aunque te den un poco de calor,
    jamás podrán quemarte en el alma
    como lo hacían mis lentas caricias
    entre tus piernas.

    Mis escritos te podrán traer deliciosos recuerdos,
    pero tú tendrás que aceptarlos, simplemente,
    como eso que son: recuerdos tenues,
    que el tiempo irá lentamente
    desvaneciendo.

    No hay manera
    en que las toneladas de papel escrito
    que te dejé
    te hagan sentir nunca más
    un segundo de ternura
    con la intensidad
    que te dio
    uno solo de mis besos.

  • Sin confusiones, por favor

    No te confundas,
    yo dejé de buscarte,
    pero no de quererte.

    Dejé de intentar
    que me amaras como yo lo hacía,
    de intentar encontrar en tus ojos
    el brillo que en los míos veía.

    Dejé de querer que me quisieras.

    Y ahora eres libre,
    puedes ir a donde quieras,
    hacer lo que quieras,
    verte con quien te parezca.

    Puedes hacerlo todo,
    menos tenerme.

    Porque a mí,
    a mis letras y a mis poemas,
    a mi guitarra y a mis canciones,
    a mis cuentos y a mis pinturas,
    a mis detalles y a mis salidas,
    de mil maneras
    conseguiste perdernos.

    El mundo ya es tuyo
    para que vayas a explorarlo…
    Y también mío,
    para, sin ti, vivirlo..

  • El último abrazo

    Si hubiera sabido
    que aquel sería nuestro último abrazo,
    aún te lo estaría dando…

    Si hubiera sabido
    que ese era nuestro último beso,
    me habría asegurado de que fuera uno inolvidable,
    de esos que se recuerdan en una fría tarde lluviosa
    tomando una taza de té bien caliente,
    pensando en los amores que ya no son.

    Uno de esos, que si llegan a confesarse,
    se platican en voz baja, con una gran sonrisa
    y dos enormes lágrimas
    que parecen no terminar de irse nunca….

    Pero no lo sabía.

    Y por eso nuestro último beso y nuestro último abrazo,
    fueron breves y con prisas,
    sin gran pasión,
    con mínimo deseo,
    en ese aeropuerto,
    tú con prisas para irte a ver a los tuyos,
    y yo igual, para regresar a mis asuntos,
    con la vana promesa del “nos hablamos mañana”,
    “nos vemos otro día”, “hasta la próxima”,
    y un sin fin de insoportables naderías.

    Y es que no hay
    segundas oportunidades
    para los últimos besos
    ni para los últimos abrazos…

  • Recuerdos…

    Me gustaba recorrer tu piel entera
    en la intimidad de nuestro cuarto
    en un motel de paso
    o en el riesgo de una discreta mesa
    en un café casi vacío.

    Me gustaba comenzar por tus piernas
    de piel tan suave…
    Ir subiendo poco a poco
    mientras cerrabas los ojos,
    te ibas excitando
    y te ibas poniendo tensa.

    Me gustaba deslizarme dentro de tu falda
    acariciar tus nalgas, casi desnudas,
    enmarcadas solo por el casi inexistente
    hilo de tu tanga,
    que me gustaba hacer a un lado
    entre tus piernas
    para rozar suave y descaradamente
    esos labios húmedos
    que ya iban comenzando a sonreirme…

    Me gustaba cubrir con la palma de mis manos
    tus senos erguidos, tus duros pezones oscuros
    que se alzaban para recibirme.

    Pero nunca pude recorrer igual
    los secretos de tu alma,
    que jamás abriste tanto
    como abriste tu cuerpo.

    Si yo hubiera podido conocer tu alma
    con el mismo detalle con el que recorrí tu cuerpo,
    si me la hubieras confiado, como lo hiciste con tu piel,
    si hubiera viajado por ahí, preguntado, explorado,
    besado, mordido, lamido, tocado, frotado,
    tus secretos más íntimos, tus pensamientos más secretos,
    el fondo de tu alma,
    quizás aún estarías hoy conmigo…

  • Dolor

    Me dijeron que el duelo, el dolor y la aflicción,
    son los recuerdos del amor;
    que son las medallas que, orgulloso, debo portar con honor
    para mostrar al mundo y probarles a todos
    que amé, o que me amaron.

    Yo no creo que el amor de verdad traiga dolor.

    Creo que el amor de verdad
    no es de temporadas, sino eterno,
    no tiene que regresar a ti, porque jamás te deja,
    no tiene que limpiar tus lagrimas, porque no te hace llorar.

    Pero tampoco creo que el amor de verdad
    nos llega a todos.

    No creo que todos encontramos a quien amar,
    y que nos ame de regreso.

    Amaremos algunas veces…
    y nos amarán en otras…

    Creo que son pocos, y afortunados,
    los que encontrarán el amor de verdad,
    el que sabe dar pero también recibir,
    el que tolera, perdona y acepta,
    y no espera menos de su contraparte.

    Y si tú has encontrado un amor así,
    exprímele hasta el último momento de felicidad
    llénate de él
    y vívelo intensamente,
    como si creyeras que mañana
    ya no será más…

  • Un nuevo jardín (Feliz cumpleaños)

    Comenzaré a plantar un jardín nuevo
    el día que esté convencido de que te he olvidado.

    El día que ya no recuerde lo que se sentía
    pasar las yemas de mis dedos por la piel suave de tus piernas
    subiendo, hasta colarme dentro de tu falda
    para echar a un lado tus bragas
    y sentir en mis dedos la miel de tu sexo…

    El día que ya no me estremezca al recordar
    cómo se sentían esos pocos vellos cortitos
    que habías recortado para mí
    y que raspaban mis dedos
    cuando los pasaba
    recorriendo la humedad que guardabas
    entre tus piernas…

    Cuando no me pierda
    recordando tu sonrisa coqueta,
    ni la forma en que entrecerrabas tus ojos
    cuando estabas llena de deseo…

    Cuando no te añore sobre mí,
    de cuclillas,
    subiendo y bajando despacio
    sobre mi sexo
    con esa sonrisa que reservabas
    para nuestros momentos más perversos…
    Cuando no tenga el cerebro
    inundado de recuerdos;
    el corazón,
    ahogado de congojas;
    el deseo desolado
    por tu ausencia…
    me encargaré de llenar ese jardín
    de flores nuevas
    que no llevarán pintado tu rostro
    en cada pétalo…

  • Cerrar el maldito ciclo

    Ya no necesito que me llames o que me busques
    para “cerrar el ciclo”.

    Solía pensar que sí… que lo necesitaba…

    Pero las noches, que se convirtieron en madrugada,
    viendo el techo solo, cerraron el ciclo.

    Las tardes de domingo, sin nadie con quien compartir la pizza, o el pollo, o la cerveza, mientras miro el partido, cerraron el ciclo.

    El que nunca me llamaras, el que nunca te preocuparas por mí, el que jamás preguntaras a mis amigos por mí, cerraron el ciclo.

    Tus breves y desapegadas cartas, cuando las quemé, cerraron el ciclo.

    La falta de detalles, los dramas, las peleas y tu seco “adios”, con el que terminaste nuestra última llamada por teléfono, cerraron el ciclo.

    Hoy intento mirar hacia delante, solo, pero tranquilo, triste, pero no desesperado.

    Hoy un círculo está cerrado y con un lápiz recién afilado, intento dibujar uno nuevo…

  • Aprendí

    Aprendí a quererme más
    y a entregar un poco menos.

    Aprendí, que aunque yo piense que el amor es eterno,
    hay personas tan mezquinas (como tú) que creen que el amor
    aún cuando es sincero, es temporal;
    Personas que entran a una relación, ya planeando su salida;
    Anticipando la ruptura y fortaleciendo su mezquindad
    desde el día uno.

    Aprendí a exigir un poco más,
    y a buscar la equidad.
    Aprendí, aunque no me guste,
    a guardar secretos,
    contar medias verdades
    y a estar preparado para oír
    y recibir lo mismo.

    En fin, que contigo aprendí un sin fin de cosas,
    no todas buenas,
    y no estoy seguro de estar mejor
    de lo que estuve
    antes de abrirte un espacio en mi corazón.

  • Fuimos

    Fuimos
    ese tipo de poesía
    que se escribe entre las sábanas de un hotel de paso
    con la tinta del sudor de los cuerpos que se empalman.

    Fuimos esos versos
    que se pronuncian entre gemidos
    mientras yo me perdía dentro tuyo
    y tú apretabas mi sexo con el tuyo
    mientras mordías mis labios, en un beso.

    Fuimos esos cuerpos
    que se deleitan tratando de acomodar
    un millón de posiciones prohibidas
    en las cortas horas de una tarde
    en la cama
    en el sillón
    sobre la mesa
    contra la puerta
    en el jacuzzi
    en la regadera
    en el discreto garage abajo del cuarto
    y en las escaleras, antes de llegar a la puerta del cuarto…

    Y hoy
    no somos ni un vivo recuerdo…

  • Engaño

    Me engaño pensando que te he superado;
    que ya no me importas y ya no pienso en ti.

    Y después me descubro
    (otra vez)
    pasando “casualmente” por tus redes sociales;
    no importa lo que pongas ahí, todo me lastima igual
    y me hace recordar que ya no eres mía,
    ¿o alguna vez lo fuiste?

    Y cuando pienso que te he superado,
    vuelvo a dormirme soñando que me buscas; que regresas,
    dicen que tu corazón le pertenece a la última persona
    en la que piensas antes de dormir.

    Y yo odio que esa persona seas tú.
    Y cada vez que pienso que te he superado,
    me descubro, otra vez, escribiendo alguna tontería
    en esta página.