Ya no necesito que me llames o que me busques
para “cerrar el ciclo”.
Solía pensar que sí… que lo necesitaba…
Pero las noches, que se convirtieron en madrugada,
viendo el techo solo, cerraron el ciclo.
Las tardes de domingo, sin nadie con quien compartir la pizza, o el pollo, o la cerveza, mientras miro el partido, cerraron el ciclo.
El que nunca me llamaras, el que nunca te preocuparas por mí, el que jamás preguntaras a mis amigos por mí, cerraron el ciclo.
Tus breves y desapegadas cartas, cuando las quemé, cerraron el ciclo.
La falta de detalles, los dramas, las peleas y tu seco “adios”, con el que terminaste nuestra última llamada por teléfono, cerraron el ciclo.
Hoy intento mirar hacia delante, solo, pero tranquilo, triste, pero no desesperado.
Hoy un círculo está cerrado y con un lápiz recién afilado, intento dibujar uno nuevo…
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