Hoy no escribí un poema, sino una reflexión y ojalá a algunos les guste. Cuando te sientas triste o sientas que nadie te va a querer, recuerda estas siete verdades:
1 – Puedes ser amado(a). Hay alguien que te ama o te amará. 2 – Eres valioso(a) justo así como eres, sin necesidad de cambiar nada. 3 – No necesitas la aprobación de tu ex para ser importante. 4 – No necesitas la aprobación de tus papás, de tus maestros, de tus patrones, de la iglesia, de la sociedad, para ser valioso(a). 5 – No necesitas estar en una relación para sentirte a gusto y a salvo. 6 – Una relación romántica es una opción. No necesitas una pareja para estar completo(a). 7 – Tienes el poder de cambiar tu vida a través de tus propias decisiones.
Solamente devuélveme mis besos, que vengo por todos:
Los que te di cuando estaba enojado; Los que te di cuando estaba contento; Los que te di en el parque, en el cine, en la calle, en mi coche, en el tuyo, en la casa de tus papás, en la casa de los míos, en nuestro departamento, en la playa de vacaciones, en el autobús y en el avión… Los que te di cuando hacíamos el amor… ¡Sobre todo los que te di cuando hacíamos el amor!
No, no discutas, que esos besos son míos; yo los hice, me pertenecen, y ahora te toca entregarlos.
No te guardes ni uno solo. entrégamelos todos.
No es que piense gastarlos en otro lado, solamente pienso conservarlos para recordarte siempre.
Y te aviso de una buena vez que otro día regreso por mis caricias, para que me las tengas listas.
Se cansó de esperarla por las noches, antes de quedarse dormido pensando en ella.
Se cansó de esperarla por las mañanas, cuando al despertar ella era lo primero que le venía a la mente.
Se cansó de esperarla junto a esa taza de café preparada justo como a ella le gustaba, pero que jamás ella tomaría.
La esperó.
Pero ella no estaba en esas largas caminatas por el parque los sábados en la mañana, cuando él trataba de sonreír a los niños que lo veían y le preguntaban a sus madres porqué ese señor estaba triste.
Ella no estaba cuando él se sentaba en esa banca junto al lago y los patos venían a comer el pan que ahora solamente él les daba.
Ella estaba solamente en esos sueños recurrentes de cada noche que terminaban cuando él abría los ojos llenos de lagrimas para encontrarse solamente con un cuarto vacío.
Y un buen día ya cansado de esperarla, la olvidó.
No tuvo que venir nadie más.
No fue un momento súbito ni una revelación divina.
Simplemente se levantó un día y ella no fue el primer pensamiento recurrente.
Se levantó pensando en el lavabo que goteaba, en la cuenta que había que pagar, en el bono del trabajo, en fin… en las cosas generales de la vida.
Simplemente se fue a dormir un día pensando en ir al cine al día siguiente, recordando la novela que estaba leyendo, y soñando con ir a Roma.
Y un día, cuando por casualidad pensó en ella se dio cuenta de que ya no recordaba el sonido de su voz, ni el ruido de su risa, ni como se veían sus ojos por la mañana después de haber pasado la noche haciendo el amor.
Apenas recordaba su nombre, y que había pasado un tiempo por su vida.
Y la vida, contra todo pronóstico temprano, siguió sin ella.
No estás pidiendo tanto, si quieres que te dediquen un detalle bonito, aunque no sea ninguna fecha especial.
No estás pidiendo tanto, si esperas que contesten tus mensajes pronto, o que te manden, de vez en cuando, un mensaje que ellos mismos empiecen.
No estás pidiendo tanto, cuando quieres que te dediquen unos minutos del día, aunque haya mucho trabajo.
No estás pidiendo tanto, cuando quieres que te hablen bonito, que te abracen y besen sin razón y que te digan que te aman una y otra y otra y otra vez.
No estás pidiendo tanto, cuando esperas que te digan “gracias” por el trabajo que has hecho o cuando les dedicas algún cumplido.
No estás pidiendo tanto, cuando esperas que te digan TODA la verdad.
No pides tanto. Quizás, más bien… es que estás con la persona equivocada.
Fue en noviembre, ¿te acuerdas? En un campo de golf a la mitad de la nada.
Yo venía de pelear mil batallas internas, tú comenzabas a maravillar mi mundo con tu sonrisa, tu cabello largo, y con tu mirada coqueta, atrás de tus lentes redondos.
Yo me quejaba de algo y tú sólo sonreías.
Bajaste la cabeza para mirarme por encima de tus lentes, en esa forma tan coqueta que tienes para reñirme cuando no entro en razón.
“¿Tan difícil es estar en paz con el mundo?” preguntaste.
Nunca pude contestar y a la fecha no he podido contestar.
Porque no esperaste mi respuesta.
Riendo, te acercaste y me besaste.
Fue nuestro primer beso. Fue rápido y ruidoso. E hizo explotar universos enteros.
Me miraste divertida, asombrada de tu atrevimiento y divertida con mi asombro.
“¿Compartimos otro beso?” preguntaste finalmente 🙂
Nos conocimos en el borde del precipicio de la perdición de mi vida.
En la oscuridad, me rodeaban los aullidos de los lobos y los gruñidos de los chacales.
No creía que volvería a ver la luz del sol y el calor de sus rayos se antojaba como un recuerdo que jamás regresaría.
Llegaste blandiendo una espada de fuego.
Traías la mirada llena de esperanza y tu sonrisa prometía mañanas nuevas, soles renovados y noches de lunas llenas.
Llegaste cuando ya se había ido toda la esperanza, cuando ya no quedaban fuerzas en mis brazos, y al darme una nueva razón para vivir, llenaste mi espíritu de nuevos bríos.
Hoy caminamos juntos tomados de la mano hacia un día nuevo, cargado de flores, promesas y esperanzas.
Fue duro pasar la última página de este capítulo, sabiendo que ya no estarías en el siguiente.
Pero este libro que es la vida se lee solamente una vez.
Este día, se vive solamente una vez.
El sol que salió esta mañana no volverá a salir jamás igual y el perfume que aspiré hoy de las flores de mi jardín no volverá a existir nunca más.
Y yo no estoy para recordar capítulos anteriores, (mucho menos los que acabaron mal), cuando la vida, increíble y generosa, me sigue dando maravillosas páginas blancas para escribir mi vida cada mañana.
Para dejar de sobrevivir y comenzar de nuevo, a vivir, comencé a escribir.
Para olvidarte escribí líneas de odio y de rencor, líneas de amor y de perdón, líneas de pasión, líneas de recuerdos, tomos enteros de fantasías sexuales, y varios textos elegantemente llamados “poesías” de los cuales, quizá alguno sea medianamente bueno.
Y con cada letra que escribía, fui sacando poco a poco tu insoportable presencia de mi ánimo.
Goteaste fuera, letra a letra, hasta que logré sacarte entera de mi corazón y de mi espíritu.
Y hoy escribo simplemente para asegurarme que no regreses.