Para dejar de sobrevivir
y comenzar de nuevo, a vivir,
comencé a escribir.
Para olvidarte
escribí líneas de odio y de rencor,
líneas de amor y de perdón,
líneas de pasión,
líneas de recuerdos,
tomos enteros
de fantasías sexuales,
y varios textos
elegantemente llamados
“poesías”
de los cuales,
quizá alguno sea
medianamente bueno.
Y con cada letra que escribía,
fui sacando poco a poco
tu insoportable presencia
de mi ánimo.
Goteaste fuera,
letra a letra,
hasta que logré sacarte entera
de mi corazón y de mi espíritu.
Y hoy escribo
simplemente para asegurarme
que no regreses.
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