Escribimos juntos un libro mágico y secreto.
Lo llenamos de pasajes ardientes y apasionados,
donde sobraron posiciones, lencería y fantasías.
Para que fuera interesante,
lo salpicamos de diferentes localidades
en cuatro países diferentes.
Le pusimos escenas a distancia
y capítulos de cercanías inéditas.
Sí que había mucho erotismo,
pero también derrochaba ternura, amor
y, yo pensaba,… eternidad.
Era una delicia leer ese libro
que venía con fotografías, vídeos, canciones,
recuerdos, ilusiones y pasiones.
Era un libro secreto
porque no éramos más
que amantes.
Ya no existe más,
ese grueso libro de ilusiones.
Iba a quemarlo el día que te fuiste,
pero cuando llegué hasta donde lo guardaba
ya no había más
que un montón de cenizas humeantes.
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