Se volvieron a encontrar
el día que menos lo esperaban.
Él llevaba años
planeando inspiradas palabras;
Ella había ensayado
varias poses coquetas.
Pero no hubo más que un incómodo silencio entre ellos.
Ella se recriminó
no haber continuado la dieta
que le habría dado esas curvas
por las que él hubiera muerto.
Él se arrepintió
de no haber ahorrado
para comprar ese traje de tres piezas
que tan bien se le hubiera visto.
Se encontraron como dos desposeídos
que chocaron otra vez
en una imprevista curva de la vida.
Eran dos melodías incómodas,
que separadas,
no hacían ningún sentido;
dos solistas aislados
en lo que pudo haber sido un gran concierto.
Se fueron por caminos separados,
cada uno a llorar su pena,
porque solo en algunas historias cursis
se vuelven a encontrar los grandes amores,
ya añejos, ya refritos,
para vivir
nuevos y envidiables
romances de ensueño.
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