Si me hubieras amado, te hubieras quedado;
Si te hubiera amado, te habría buscado…
Si ese tan cantado amor hubiera sido real
aún estaríamos juntos,
haciendo otra vez el amor, escondidos,
en la noche, en la azotea de mi edificio,
a oscuras,
con la ropa echada de prisa a un lado,
con una botella de vino,
pero sin copas,
entre risas, gemidos
y el susto de que nos descubran.
Si ese mítico amor hubiera sido de verdad,
ahora mismo estaríamos en la carretera,
manejando hacia Huatulco,
mientras tú, inclinada sobre mis piernas,
irías desabrochando mi pantalón
para hacerme el amor con la boca
hasta que yo me derramara todo
dentro de tu sonrisa.
Sin saber a dónde llegaríamos,
sin saber si tendríamos suficiente dinero
para la comida,
¡o para la gasolina del viaje de regreso!
pero infinitamente contentos,
por tenernos uno al otro…
Si en verdad nos hubiéramos querido,
hoy en el clóset del pasillo
podría ver escondido el cursi regalo
que estarías planeando darme
para este catorce de febrero.
Pero no daba nuestro “amor” para tanto.
Alcanzó para pocos años,
algunos viajes, cada vez menos frecuentes,
cada vez menos ardientes,
y pocos regalos
otorgados sin gran sinceridad.
Hoy viajo por esa misma carretera a Huatulco,
en esa misma carcachita destartalada.
A veces, muy bien acompañado,
casi siempre solo,
pero con la certeza de saber
exactamente dónde estoy parado.
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