Tendí sobre la arena de la playa
esa manta sobre la que tanto te gustaba echarte
¿te acuerdas?
te ponías boca abajo
y desabrochabas tu sostén,
no sé si para excitarme
o si para realmente asolearte la espalda.
Era temprano por la mañana.
Traje el vino que te gustaba tomar
y traté de hacer los sandwiches como tú los hacías.
Puse, bajito, la música con la que cantabas
en voz baja, aquí en la playa, mientras te asoleabas
e intentabas leer algún libro.
Y me senté a esperarte.
Y claro, no llegaste, porque hace ya muchos años
que terminamos.
Y como faltó tu presencia
tuve que conformarme con tu ausencia.
Y con tu ausencia me bebí el vino, en la playa.
Cantamos, ella y yo,
en voz baja, tus canciones preferidas.
Nos pusimos ambos de pie y bailamos un poco.
Como he dicho, era temprano por la mañana,
así que no había nadie que pensara que era un loco.
Y caminamos por la playa, tu ausencia y yo,
recordando nuestros besos, nuestras pláticas
y hasta nuestras peleas…
Ahí, en esa playa que tanto te gustaba…
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