Cuando finalmente estabas desnuda,
en nuestro cuartito de hotel,
me gustaba recorrerte con todos mis sentidos…
Me gustaba recorrerte con mis ojos,
ver tus piernas, enfundadas en esas medias con liguero
y ver esa lencería que te habías puesto para mí.
Ingenuo yo, me sentía cazador, cuando claramente
había sido la presa.
Me gustaba recorrerte con la punta de mis dedos;
sentir como tu piel se erizaba
y tú temblabas un poco, cerrando los ojos,
al sentir mis caricias recorrer tus senos, tus pezones,
tu abdomen y el recortado vello entre tus piernas.
Me gustaba recorrerte con mi lengua
probar el sabor de tu sudor sobre tus senos,
mientras hacíamos el amor,
y perder mi lengua en el manantial de tu sexo
donde saciaba mi sed y todos mis anhelos.
Hoy te recorro en el recuerdo,
quizás mucho menos intenso,
pero más libre.
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