Hubiera querido que fueras un poco más descarada,
un poco más pícara
y mucho más exhibicionista.
Que te hubiera gustado más besarnos en lugares públicos
y que hubieras dejado que mis manos te recorrieran sobre la ropa
en la calle, en esos cafés y en esos estacionamientos.
Me hubiera gustado que te inclinaras más, y mas seguido
sentados a la mesa de ese restorán,
para mostrarme tus senos sin sostén
quizás hasta esas erectas puntas morenas…
Que te hubieras alzado la minifalda cuando ibas caminando frente a mi
en esos estacionamientos
para mostrarme tus tangas
o quizás, que no llevabas nada…
Pero vivías preocupada por el qué dirán,
por el “es posible que nos vean”
por el “¿y qué tal si nos ve alguien que conozco?”
Y ese pudor extremo
fue poco a poco,
o mucho a mucho,
matando mi deseo y mi pasión por ti.
Y ahora estoy con otra
a la que no le importa alzarse la blusa
para mostrarme sus senos desnudos,
y dejar que los acaricie el sol
cuando vamos manejando en la carretera
y que más de una vez
ha hecho malabares en el auto
para tragarse de mi miembro mi esencia
mientras yo voy acariciándole las piernas…
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