No quiero que me elijas fríamente
como quien, en el supermercado,
elije el jitomate metódicamente,
medido, revisado y marcado.
No quiero ser la segunda opción
después de que la otra relación
no tuvo solución
y de pronto yo soy la elección.
No quiero convertirme en tu esposo
después de que el otro te salió vicioso
y resulta ahora … ¡que soy glorioso!
No. No soy tan generoso.
Quiero ser la mirada
que elijas
locamente enamorada.
Ser tu más loco anhelo,
tu más dulce consuelo,
el sol de tus días lluviosos,
tus motivos poderosos.
Pero ser tu “peor es nada”…
para mí
esa ruta está negada…
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