Mi abuela, tan querida…

Extraño a mi abuela.

Extraño poder acurrucarme en su pecho
y llorar sin consuelo
los amores que mal me pagaron.

Extraño sus palabras de sabiduría
y su inquebrantable creencia
de que lo mejor aún vendría.

Extraño poder hacerla guardián
de mis confidencias
y oír de ella confesiones
que escandalizarían
al resto de la familia.

Extraño poder reír
como reía con mi abuela
y no me avergüenza decir
que nunca más
he vuelto a reír así,
como con ella.

Extraño nuestras tardes en la cocina
conmigo hablando
y con ella cocinando.

Extraño sus frijoles charros
y su café de olla
y su mano sobre la mía
mientras yo lloraba,
intentando reconstruir mi vida.

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