Me gustaba besar tus labios
y recorrerlos lentamente con mi lengua.
Sumergirme dentro de ellos
cuando menos lo esperabas.
Morderte, a veces, muy suavemente
y mezclar mi saliva con tus jugos.
Me gustaba jugar con la perlita sensible
que vivía justo arriba,
acariciarla muy despacio, al principio,
con mi lengua
e ir aumentando en intensidad y ritmo,
como te encantaba.
Me gustaba verte saltar de placer
y apretar mi cabeza contra tus piernas
y arrancarte finalmente
un orgasmo húmedo que se escurría
entre mis labios
y bajaba por mi garganta.
Y después de beberte toda,
me gustaba subir
a besarte la boca.
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