No sé qué nos pasó
y no sé si tú lo sepas.
Pero fuiste perdiendo tu sonrisa día con día.
y yo te fui perdiendo poco a poco.
Nuestras pláticas se fueron haciendo
cada día
más rutinarias:
cada vez más palabras,
pero menos contenido.
Dejaste de usar un tono dulce conmigo;
comenzaste a hablarme como a los demás
y después, cuando tu voz finalmente se endureció,
peor que a los demás.
Tu mirada perdió brillo
y se volvió fría y crítica.
Dejamos de tomarnos la mano al caminar,
de mirarnos a los ojos al hablar,
de besarnos y de hacer el amor.
Dejamos de hacernos confidencias y confesiones.
Se acabaron los abrazos y las risas.
Nos fuimos alejando
cada vez más rápido
hasta que llegó el día
en el que nos sentimos aliviados
de alejarnos.
De extraños
a amigos
a amantes
a enemigos.
Extraños, los ciclos que nos da la vida.
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