Pudimos ser
la fusión de dos estrellas
invencibles e inconmensurables,
destruyendo galaxias
y creando nuevos universos.
Elegimos ser
dos velitas encendidas
en una mesa de madera
que se van consumiendo
conforme avanza la noche.
Pudimos ser
dos tormentas en mar abierto
cuya furia no conoce
límites ni barreras.
Elegimos ser
dos gotitas de agua,
separadas,
dentro de un vaso vacío,
que se van evaporando
al rayo del sol
de una perezosa tarde de verano.
Pudimos ser
una clásica melodía barroca
que se une a unos ritmos africanos
poderosos y primitivos,
en una canción inédita e insólita.
Elegimos ser
la tímida flauta de pan
de un muchacho del primer año de secundaria
que está aprendiendo una marcha popular.
Pudimos serlo todo
y vivir una vida plena,
llena de aventuras, risas
y orgasmos salpicados de besos
que suceden en playas tropicales.
Elegimos ser
dos desconocidos
que se amaron tanto
y ahora ni se miran
si coinciden en la misma calle.
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