Me gusta ver cómo me vas haciendo tuyo…
Yo totalmente desnudo sobre la cama.
Tú, vestida, tan elegante,
lista para ir a la oficina.
Con esa falda negra, arriba de la rodilla
y esa blusa blanca, tan corporativa.
“Ya me tengo que ir a trabajar” murmuras
mirando mi erección evidente
bajo la sábana.
Sonriendo, te acercas y me descubres.
Te hincas para llevarme a tu boca,
mientras tus manos juegan, un poco más abajo.
“Ya me tengo que ir a trabajar” repites,
justo antes de tomarme hasta el fondo,
atragantándote un poco.
(Lo repites más para ti, que para mí,
porque yo no te estoy pidiendo que te quedes.)
Con una mano te sostienes el cabello,
la otra, sobre la base de mi miembro,
y tu boca, subiendo y bajando sobre mí.
A veces te detienes para lamerme,
despacio,
de abajo hacia arriba,
lentamente, con sexual malicia,
mientras tu mirada juguetona
se encuentra con mis ojos.
Cuando estoy más duro que nunca
te separas un momento para alzarte la falda
a la altura de la cintura.
“Me esperan en la oficina” murmuras,
sonriendo,
mientras tu mano
echa a un lado tus bragas.
Te sientas sobre mí
y vas bajando poco a poco sobre mi sexo
con esa mirada perversa
y esa sonrisa llena de deseo
que me vuelve loco.
Te vas moviendo cada vez más rápido
y cada vez más fuerte,
pero no demasiado que te despeines,
sudes o se te arrugue la ropa.
Apenas lo suficiente
para hacer que me corra dentro tuyo.
Arañas mi pecho desnudo
y sueltas algunas malas palabras
mezcladas con mi nombre
cuando sientes mi semen caliente
dentro de ti.
Te pones de pie
y te arreglas las bragas, la falda y el cabello.
Te miras rápido en el espejo y te arreglas
yo no sé qué cosas en la cara y en el peinado.
“Me esperan en la oficina” repites
por enésima vez
y desapareces, casi corriendo por la puerta.
Me gusta ver cómo me vas haciendo tuyo…
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