Me hubiera gustado guardarte dentro de mi corazón,
protegerte dentro de mi amor,
para tenerte ahí guardada toda la vida,
amándote,
amándonos.
Para mirar tus ojos todos los días,
y decirte entre besos que me encantas,
que te adoro.
Pero el amor no es una prisión.
Las puertas estaban abiertas,
como debía de ser,
así que un día tomaste tus cosas
y te marchaste.
Hay días que miro a la puerta,
ahora cerrada por dentro,
preguntándome si algún día
vendrás a tocarla de nuevo.
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