• Tenía que hacerte mía

    Nos hicimos más que amigos
    porque no podía tolerar la idea
    de vivir sin ti mi vida.

    Porque ya no quería despertar
    por las mañanas
    sin ver tu carita dormida
    con el cabello despeinado
    y sonriendo,
    aún dormida.

    Porque había ya secretos
    que no podía ocultarte más
    y no podía confiárselos
    a una amiga solamente.

    Porque ya era urgente besarte
    y aprender cómo te veías desnuda.

    Nos hicimos más que amigos
    porque yo ya me había inventado
    un universo contigo
    y no supe deconstruirlo
    para poder sacarte de él.

  • Tu primer beso

    Recuerdo el primer beso
    que me diste
    bajo el zaguán rojo
    afuera de la casa
    de tu padre.

    Llovía.

    Estábamos tarde para la cena
    y estábamos empapados.

    Adentro, sabíamos,
    nos esperaban tus padres enojados.

    Pero reíamos, encantados
    después de haber pasado
    un día mágico.

    Te quedaste, de pronto, seria.

    Te acercaste a mí
    y sin decir palabra
    me besaste.

    Nos quedamos un rato más ahí,
    mojándonos y llenándonos de besos.

    No era la cobardía la que
    nos impedía entrar,
    sino el deseo de besarnos más.

    Finalmente, fue dejando de llover
    y entramos a la casa de tu padre
    tomados de la mano
    riendo, enamorados,
    mientras él, desde la sala,
    comenzaba ya a gritar.

  • Te extraño…

    Me preguntas, justo hoy, si te he extrañado
    pero hoy no me he levantado buena gente.

    Y además, he estado muy ocupado ¿sabes?

    He tenido que resolver problemas,
    perseguir pendientes
    acabar tareas
    y, sí, también enamorarme
    de nuevas personas.

    He estado atareado
    construyéndome de nuevo
    y no ha habido tiempo
    para pensamientos inútiles y ociosos.

    Pero sí te prometo
    que ya la próxima semana
    te extraño, sin falta.

  • Cabalgar sobre relámpagos

    Entendí por fin
    que tu ausencia llegó
    para enseñarme paciencia,
    tolerancia
    y sobre todo, amor propio.


    Entendí que tenías que irte
    de la manera en que te fuiste
    para que yo aprendiera
    a enfrentar retos
    y a cabalgar sobre relámpagos.

  • Mis amores

    Aprendí
    de mi primer amor,
    (al que aún recuerdo con cariño)
    a querer
    sin freno y sin medida.

    Aprendí
    de mis siguientes amores,
    a ser precavido y mesurado.

    Algunos fueron bien, otros… no tanto.

    Aprendo
    de mi amor de hoy,
    a confiar de nuevo,
    y a saber vivir dos vidas juntos.

    No encontré a alguien con quien hacerme viejo.
    Encontré a alguien con puedo ser niño de nuevo.

  • Un engrane

    Soy la suma de las personas que amo
    y que amé
    y también de las que me amaron y me aman.

    Soy la consecuencia tanto
    de las personas a las que ayudé,
    como de las que me ayudaron.

    Soy los trabajos de mi padre y los cuidados de mi madre.

    Soy los conocimientos y la ignorancia de mis maestros,
    y mis hijos y alumnos son la consecuencia de los míos.

    Soy tus besos y tus caricias en la noche más ardiente,
    y soy también el corazón que se rompió
    cuando decidiste dejar de dármelos.

    Soy un engrane pequeñito en el universo,
    dando y recibiendo vida,
    y conforme giro
    va pasando mi vida,
    que es, para este cosmos,
    menos de lo que un grano de arena
    es para la playa más extensa.

    Y aún así, soy importante
    y hago diferencia.

  • Tu cuerpo…

    Tu cuerpo
    fue el campo de batalla
    que nos vio pelear
    mil guerras
    buscando la conquista
    de tus orgasmos.

    Fue la bandera blanca
    que fue testigo
    de nuestro armisticio
    a besos,
    después de llegar
    juntos al cielo,
    justo antes de dormir.

    Tu cuerpo fue
    la playa
    en la que
    construí mil castillos de arena,
    solamente para derrumbarlos
    después a besos.

    Tu piel
    fue el más épico juego
    de este niño pequeño,
    la fantasía mas grande
    de este soñador,
    el poema más extenso
    de este escritor.

    Tus curvas
    se convirtieron
    no en mi obsesión,
    sino en mi universo entero,
    en el que yo jugaba
    a crear pequeños mundos
    y a dar rienda suelta
    a mis más grandes pasiones.

  • Tus piernas

    Me preguntas,
    haciéndote la inocente,
    el porqué me gusta
    poner mis manos entre tus piernas.

    En el auto, en el café,
    en el cine, en el parque…

    Y mientras más arriba, mejor…

    Como si no supieras la respuesta,
    como si no supieras que tus piernas
    son la llave de entrada al paraíso,
    y que acariciándolas
    poco a poco, lentamente,
    y en ruta hacia arriba,
    llegaré eventualmente
    a la puerta que abre
    todos mis deseos.

    Tú solamente encárgate, mi amor,
    de irlas abriendo,
    conforme yo vaya subiendo.

  • Tardes de domingo

    Qué bien me saben
    las perezosas tardes de domingo
    entre tus brazos y tus besos.

    Se me van las horas despacio
    mordiendo tus labios
    y paseando mis manos
    por los pliegues de tu piel.

    Estas benditas tardes de domingo,
    de pizza y cerveza en la cama
    y una película romántica
    que ninguno de los dos vemos.

    Que nos duren por siempre, mi amor
    las lentas tardes de domingo
    haciendo el amor
    con romántico abandono.

  • Tú eliges…

    Puedes llorar bajo la tormenta,
    o bailar bajo la lluvia.

    Puedes correr del relámpago,
    o hacer música con el trueno.

    Puedes padecer la caída del granizo
    o construir con él un refugio.

    Puedes quejarte en la oscuridad de la noche
    o hacer pinturas con las estrellas.

    La elección
    es solo tuya.

  • No me cansaría nunca de intentarlo

    Te conocería otra vez
    y de nuevo,
    buscaría tus sonrisas.

    Te conocería otra vez,
    e intentaría
    una vez más
    contorsiones imposibles
    para enamorarte.

    Te conocería otra vez
    y dejaría que me conocieras
    y que juntos
    fuéramos explorando
    los universos que componen
    nuestras almas.

    Te conocería otra vez
    para intentar pintar de nuevo
    esa acuarela eterna
    en la que juntos
    vamos buscando
    hacernos felices.

    Te conocería otra vez,
    si la vida y el tiempo
    y el cosmos y los dioses
    me dieran la oportunidad
    de empezar de nuevo contigo.

  • Sus combinaciones

    Me gustaba como combinaban
    sus ojos con su sonrisa,
    sus senos con sus caderas,
    y sus eternas piernas
    con mis ganas de amarla toda.

    Me gustaban la mayoría de sus miradas
    que sabía usar para comunicar
    deseo,
    pasión,
    complicidad,
    picardía
    o simplemente alegría.

    Me gustaba ir con ella
    navegando por la vida
    dejando que el amor fluyera
    y se derramaran de besos
    nuestras bocas.